Casi aburrida, como si lo hubiera hecho todo día, la señora de pollera larga y rodete que estaba sentada en la puerta de su humilde vivienda, señaló a su izquierda: «Allá, donde está la chata blanca esa, ahí vive la familia. Algo sentí de que ayer había muerto un chiquito, pero no sé nada más». El «allá» al que se refirió es el final, a la altura del 9000 de la calle El Chajá, del barrio Cabín 9, donde un alto cañaveral casi oculta la casilla de chapas pintadas de verde claro. En ese lugar vive la mamá de los protagonistas de un drama por el que un joven de 16 años mató accidentalmente a su hermano de 12, mientras manipulaban un rifle a aire comprimido calibre 5,5 milímetros.